La poetisa y los poetas de José Luis

Vicente Aleixandre | Dibujo de Eduardo Vicente
Nuestro amigo José Luis ha votado por Gloria Fuertes, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre y Miguel Hernández en nuestra encuesta para elegir a los “Mejores Poetas Iberoamericanos del Siglo XX”.
 
Tenemos, por tanto, dos nuevos poetas votados: Jorge Guillén y Vicente Aleixandre, Premio Nobel de Literatura en 1977. Se premiaba así a toda la “Generación del 27″, la mejor hornada de poetas que han dado estas tierras de España.
 
De Miguel Hernández y de Gloria Fuertes ya hemos publicado un poema en ocasiones anteriores, pues llevan ya 2 votos como Antonio Machado y Pablo Neruda. Así que vamos a poner hoy aquí un verso de Vicente Aleixandre y otro de Jorge Guillén, ambos de la citada “Generación del 27″, en la que también estaban Lorca, Altolaguirre, Alberti, Salinas, Alonso y Diego, entre otros grandes poetas.
 
He aquí los versos.
 
UNAS POCAS PALABRAS
 
Unas pocas palabras en tu oído diría.
Poca es la fe de un hombre incierto.
Vivir mucho es oscuro, y de pronto saber no es conocerse.
Pero aún así diría. Pues mis ojos repiten lo que copian:
tu belleza, tu nombre, el son del río, el bosque,
el alma a solas.
 
Todo lo vio y lo tienen. Eso dicen los ojos.
A quien los ve responden. Pero nunca preguntan.
Porque si sucesivamente van tomando
de la luz el color, del oro el cieno
y de todo el sabor el pozo lúcido,
no desconocen besos, ni rumores, ni aromas;
han visto árboles grandes, murmullos silenciosos,
hogueras apagadas, ascuas, venas, ceniza,
y el mar, el mar al fondo, con sus lentas espinas,
restos de cuerpos bellos, que las playas devuelven.
 
Unas pocas palabras, mientras alguien callase;
las del viento en las hojas, mientras beso tus labios.
Unas claras palabras, mientras duermo en tu seno.
Suena el agua en la piedra. Mientras, quieto,
estoy muerto.
 
Vicente Aleixandre
 
 
ARS VIVIENDI
 
(Presentes sucesiones de difuntos. Quevedo)
 
 
Pasa el tiempo y suspiro porque paso,
aunque yo quede en mí, que sabe y cuenta,
y no con el reloj, su marcha lenta
nunca es la mía bajo el cielo raso.
 
Calculo, sé, suspiro, no soy caso
de excepción y a esta altura, los setenta,
mi afán del día no se desalienta,
a pesar de ser frágil lo que amaso.
 
Ay, Dios mío, me sé mortal de veras.
Pero mortalidad no es el instante
que al fin me privará de mi corriente.
 
Estas horas no son las postrimeras,
y mientras haya vida por delante,
serás mis sucesiones de viviente.
 
Jorge Guillén

 

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