Rey nazarí,
orgullosas serán las fontanas
cuando en la noche contemplen su
rostro
en el pasear meditabundo y
placentero
que procuran las calles empedradas
de aquella ciudad ancestral.
Acariciarán
sus pestañas como pétalos el agua,
y los dioses de las estrellas
serán complacidos con semejante
regalo,
el tacto,
de su mirada profunda
en el firmamento
del espejo al que se asoma.
Ángela Sayago Martínez
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