En qué momento penetró
el ímpetu en mis ojos pardos
y en mi vientre de porcelana,
jadeante y dolorido como
las escamas que desprendidas del pez
a salpicones se desparraman.
En qué momento la desidia
se convirtió en virtud
y la inocencia en plenitudes inesperadas.
Desde cuándo.
Desde entonces.
Desde dentro.
Desde siempre.
Y mi temor se desvanece,
y no me llega a las pestañas inmensas
ni a los agujeros del ombligo.
En qué momento cristalizó la vida
en este cerebro mío...
Desde cuándo,
desde entonces...
Arabyhela
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