Arcano | Ángela Sayago Martínez

Tatuada la tristeza

Espera la vida un paso por delante de mí,
aguarda a que la alcance
y hacer después que le pierda los pasos
y encuentre calaveras salvajes
aullando por caricias de hembra famélica.
Regreso al camino sin perder de vista
las pisadas silenciosas a mi espalda
y reconozco el aliento feroz
acumulando tupidas energías
que le servirán para devorarme el pellejo
y vaciarme de sangre,
retirarme las lúgubres escamas,
las capas del deseo contenido
que se convierten en plumas blancas
de Cisne negro o al revés, quizás.
Oigo su latido susurrando palpitaciones de nenúfar
y percibo la esencia que contiene
la marca de su locura paciente.
Entiendo su robustez como un perfume
que me embriaga las células
y los cabellos enredados también de fiera.
¡Cuidado! Los cueros se ablandan
con lametones en las heridas
e hipnosis consentida de los fluidos
derramados en la carne abierta.
¡Cuidado! Que el maullido puede transformarse en pensamiento
y deleitar a la razón con mil excusas
de sed no saciada e incandescencia sosegada
en otros ríos de aguas fecundas y cristalinas.
Quédate quieta, que su marca
te recorrerá las vértebras hasta el tuétano
y después de lluvias inter dimensionales
puede empujarte a un abismo
de inquietudes pasajeras...
¡No te precipites, muchacha!
¡No te ahogues! ¡No te mueras!
y avanza con la lluvia de fuego,
con la lengua dorada de sierpe negra
que se arrastra despacio,
que permanece quieta…
para robar con un beso la transparencia de espectro
donde la oscuridad sosegada se manifiesta
y permanece para siempre
tatuada la tristeza.

Ángela Sayago | Arabyhela

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