I
¿Qué enmarañada atadura?
¿qué desconocida el alma
de un poeta?
Surcamos la quemadura,
que con el aire se calma,
cual cometa.
Mas, si miramos el mundo
(a veces del mar, sensibles,
abrazados),
somos el ser moribundo
de unos rostros invisibles
y olvidados.