A las dos treinta y cinco, hora de Greenwich, retorno a mis cabales y me entero de que hace un minuto he escrito una estupidez del tamaño de Siberia. Ruedo fuera de la cama y corro en pelotas hasta el estudio, donde otra conciencia automática pregunta quedamente si me estará mirando la esposa del vecino a través de su ventana, la calle y mi ventana, mientras la computadora anuncia “pirurrín: ya halaste la cadena del senricif y un remolino de treinta mil bits por segundo ha convertido a tu personaje en efluvio ciberespacial. No hay marcha atrás, pero si te consuela, todavía recuerdo la dirección de una chica que se desviste tras los números de tu tarjeta. La luz de la lámpara no me deja ver bien el cielo, pero siento que me alumbran varias estrellas. Dos, tres, cuatro fotones. ¿Seré yo también el polvo estelar indeseado de algún poeta gigante, que me mira resignado escorar desnudo entre Júpiter y el Sol? “Vista de cabrón” comento sin querer, casi río. Al tiempo la noche se aburre de mis cabeceos, ya vuelvo a mi estado natural y trato de seguir con el sueño en que estaba.
Mauricio Ventanas
(Ciudad Quesada, Costa Rica, 1967)
(De 'ZurDos | Última Poesía Latino Americana Antología' – Yanko González & Pedro Araya – Bartleby Editores – Sevilla, 2005)
(Mauricio Ventanas prepara el antipoemario cibernético 'Automáticas' del que este poema será el primero)