Las fantasías se quedaron en el bote
vacío de las conservas.
Registro mi voz de otro tiempo en las uñas pintadas
y en los colores que quisiera
retener en mis pestañas de barro,
aunque no sea esa la materia de la cual estoy hecha.
Se agrieta mi frecuencia, se altera,
se congestiona en un acto de estrés
y se vuelve vacío momentáneo, que late…
como laten los sentimientos no correspondidos
o que se quedan en una duda constante
donde el amor desaparece
―si alguna vez hubo chispa―
y solo queda la palabra, el hecho, la visión…
y se vuelve esquirla semi enterrada
entre infinitas partículas
que se humedecen con el color de la salitre.
Son como bofetadas de agua
zarandeando el coral
o los trozos que quedan de algo que fue
y de algo que no empieza…
todavía…
Ángela Sayago Martínez