Febriles días sin tu ego
Ronroneando tu ausencia;
lobo, de noche te encuentro
aullando versos lejanos.
Hueles mis manos vacías
zarpas sintieron el tacto
sobre mi lomo asustado.
Tu esencia, perenne y sutil
en mi cabellera larga.
Si, me embauca tu fragancia
me confunde el temor astral
de los cuerpos incendiarios.
El éxtasis revelado
de tu boca de almendro,
de tu sabor a palpitar,
de mis graznidos indemnes,
de mis ansias de trovador.
Y deseando encontrarte
en mis sábanas australes;
en un sueño de acordes mágicos:
pedestales de tu templo.